miércoles, 31 de agosto de 2011

Activismo revolucionario inconsciente.



Entiendo que haya personas que se encuentren disgustadas porque determinados músicos o artistas cubanos se presenten en Miami a pesar de que en sus vidas conservan algún pecadito que los relaciona a la cúpula gobernante por cualquier motivo. El solo hecho de identificar a uno de esos artistas con los personajes que han causado tanta penuria, amargura, muerte e infelicidad a los cubanos es suficiente para desatar un torbellino de odio y repulsión.

Si a esa situación se suma el hecho de que estas actuaciones se producen al amparo y bajo el auspicio de Washington incentivando el intercambio cultural para acerca a ambos pueblos y que este intercambio no es t al, ya que el gobierno de la isla no permite dentro de su territorio la actuación de determinados artistitas y músicos cubanoamericanos, echa más leña al fuego a esa enconada resistencia y critica de un importante número de personas de origen cubano residentes en Miami.

Generalmente los espectadores de este debate optan por actitudes que no van mas allá de un análisis ecléctico a la luz de una normativa legal; otros sintetizan los hechos a la libertad que impera en este país y convergen ambas posiciones que no es dable oponerse a tales actuaciones porque esa actitud se equipararía al “amordazamiento” con que involuciona la actual  sociedad cubana.

Me limito a recordar solamente que el origen de este desacuerdo no es si los artistas son de izquierda, derecha o de donde sea, o si no permiten a los de aquí hacer su arte y su música allá, si no en que es a raíz de la luz verde que ofreció la Casablanca al intercambio cultural, artístico y científico, que visto ante la prerrogativa que tiene el gobierno de La Habana de decidir con un filtro quien sí y quién no convierte al intercambio en un bochorno para Washington que debió prever a ultranza, el interés y propósito manipulativo que los Castro ejercitan libremente ante cualquier gesto de acercamiento del gobierno de Estados Unidos a la isla. Debieron aprender hace mucho tiempo que es a ese gobierno al que no le conviene ningún acercamiento y si hasta el momento ha permitido las visitas es porque se beneficia económicamente.
Es un genuino derecho de cada cual comportarse a la altura de sus expectativas, no me oponto o critico eso; solo recuerdo que nuestra vida traza un camino adoquinado por nuestras actuaciones. Cada una de ella debe ser autojuzgada con detenimiento porque todas conllevan un efecto. Hay que pensar esos efectos antes de que se produzcan. Y esos efectos pueden ser particulares o privados y también de mayor alcance.
Y mi último punto es que esos artistas que han estado o están comprometidos con la más alta jerarquía de la nomenklatura gobernante al llegar acá y reunir al publico que corea y baila sus canciones, están realizando una propaganda activa y gratis al régimen de La Habana y su trayectoria. Esos gritos de placer musical acompañantes de las actuaciones no es otra cosa que cantar alabanzas a lo que representan convirtiendo a sus fans o admiradores, como se suelen llamar a sí mismos, en activistas directos del DOR con oficina en Miami.



Jorge B. Arce

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