martes, 30 de agosto de 2011

El poder de la información.




A la Sra. María C. Werlau, articulista del Herald. Aparecido el 1ro. De diciembre de 2008. Pero también a los lectores que como yo leen ese diario totalmente cada día, y a los editores y, por qué no, a esas personas persistentes, pacientes, de voluntad inagotable, que ante la férrea hermeticidad del régimen cubano realizan la encomiable labor de buscar procesos, elaborar y documentar los archivos de la historia moderna de Cuba. Tal vez a otros que se interesan en la cruel interrogante que se hace la articulista de por qué condenan a otros gobiernos en el mundo y no a los Castro.


En Cuba solo estos hechos los conoce un grupo muy limitado y reducido de personeros del régimen. Me aventuraría a decir que los dirigentes que toman las decisiones finales en los asuntos que entrelazan los problemas internos con ecos al exterior y, por supuesto, la odiosa maquinaria de la seguridad interior y la inteligencia. Los demás cubanos, aun los que ostentan cargos en altos puestos gubernamentales, legislativos y judiciales, y claro está, los intermedios, ignoran todos estos hechos. El mecanismo funciona porque aísla al ser humano de la información. La información precondiciona conceptos y juicios y, por consecuencia, reacción. La dictadura sabe eso, lo ha puesto en práctica con el aislamiento total y les ha dado muy buenos resultados. Quien llega a esa conclusión no es quien siempre vivió en el exterior de la isla, sino el que luego de vivir allí se traslado a otro lugar y se siguió interesando por el “caso Cuba”, como yo le llamo.


La maquinaria de represión, perfectamente estructurada y gobernada desde arriba en forma piramidal, esta aceitada y funciona porque la mantiene en funciones un grupo muy reducido de personas. Por ejemplo: el Ministro del Interior posee una regla de conducción de los esfuerzos de su ministerio de manera predeterminada, con un patrón, dirigido a evitar una consecuencia definida previamente y su actuar esta guiado a ese fin; no importan los medios para obtener ese fin.

 Cualquier hacer de este, con independencia de las consecuencias, estará respaldado por la máxima dirigencia. Con esos términos un Ministro del Interior elabora su actuar basado en prever que la consecuencia más peligrosa no se produzca y si obtiene esos resultados no tendrá problemas. La confianza que la máxima dirección le ofrece se basa en la consulta antes de la decisión final.

 Las cifras, detalles, elementos, consecuencias, motivos de los hechos que ocurren en Cuba, tanto de corte político como delincuenciales, son conocidos solo después que han sido evaluados por el poder máximo, no antes. Esa evaluación supone restricciones en la forma y contenido y por ello, la noticia sobre el hecho no es totalmente conocida por todos. De ahí la consecuencia inevitable por el momento en el sentido de que la interpretación de esos hechos no provocara efectos colaterales peligrosos para el régimen. Solo aparecen publicadas las cifras y detalles que no dañan la imagen exterior del régimen, de la Revolución Cubana.

 Pero acá, en Miami, en la Segunda Cuba, como se dice_no tengo detalles de otros sitios_no le brindan importancia a la línea de actuar anteriormente señalada y se pronuncian que es incomprensible que los cubanos no se lancen a las calles, que no ha habido ni una sola noticia de ello fuera del maleconazo de 1994.

 Acá el resto de los latinoamericanos guarda un constreñido resentimiento de los cubanos porque frente a sus propios problemas, estos, los cubanos, están favorecidos por las decisiones del gobierno estadounidense, al menos en gran parte del espectro político y eso los minimiza sin causa aparente.

 Están, dicen, muy ocupados con enfrentarse a sus propios problemas, que por exclusividad, los sienten más importantes que los cubanos.

 Porque asombrarse que Zelaya se de abrazos y brindis con Raúl Castro o Calderón apruebe el tratado de deportación de los cubanos que buscan la libertad, por solo citar dos ejemplos.

A través de toda la historia reciente de la nación cubana, los líderes que han acudido a las invitaciones han sido los representantes que lo hacían de los países de Europa del Este.

 Repásese esa historia y se observara, y claro está, que ninguno iba a mover un solo dedo para favorecer al pueblo cubano porque sus intereses se cifraban únicamente en mantener un aliado ideológico-político y militar estratégico situado en las Américas a poca distancia del territorio continental estadounidense. Allí está la crisis de los misiles.

 Los demás líderes y personalidades que han visitado la isla-y entiéndase por visitado como gesto exterior de la política propia que marca una posición político-ideológica-lo hacían guiados por esa misma diferencia, un aliado, un apoyo, una voz, un voto a su favor en los foros de debate internacionales.

 Pero además, hay que preguntarse por que han respaldado al gobierno cubano con posiciones abiertas o menos abiertas en situaciones donde han  estado en juego las acusaciones al régimen cubano como opresor de su pueblo. Y cabe responderse que objetivamente han estado conscientes de esas acusaciones y la inobjetable realidad pero han corrido la pagina porque a diferencia de los demás países que se desprendieron del comunismo con movimientos internos, los cubanos no han “movido” nada importante, trascendente; no han respaldado posiciones de los principales disidentes visibles y el control sobre los medios de producción y los medios de prensa y otros era tan rígido en aquellos como en Cuba.

La seguridad del estado de la extinta Republica Democrática Alemana fue la maestra de la aventajada homologa cubana.

El enfrentamiento que las administraciones norteamericanas han tenido durante anos para defender, reponer e instalar sociedades democráticas en otros países del hemisferio occidental y otros lugares más remotos, siempre ha encontrado un férreo elemento en contra: que roza el ingerencismo y este argumento ha sido magistralmente esgrimido por el régimen cubano en su propaganda interna y externa. En esta siempre ha habido dos bandos: buenos y malos y los últimos fueron bautizados desde 1960 al establecerse el embargo económico contra la isla.

 Mantener una imagen internacional que se avenga a los intereses de los pobres, de los oprimidos para un régimen como el cubano, constituye un gasto adicional que ellos desembolsan y están dispuestos a continuar desembolsando. Las organizaciones anticastristas fuera de la isla más importantes se encuentran en Miami y por separado y en conjunto-caso de que acordaran unirse para un propósito determinado-no han estado dispuestos a gastar en propaganda anti-dictatorial en cifras que se acerquen a las que ha manejado el gobierno cubano durante décadas. No creo que las organizaciones anticastristas puedan reunir el capital para hacerlo contrario sensu lo hace el gobierno de la isla. Esto, de hecho, marca una diferencia. Como se conoce, históricamente el régimen cubano ha contado con un formidable adversario: el gobierno de los Estados Unidos y por tal debe entenderse a todas las administraciones republicanas y demócratas a lo largo del periodo post revolución. Ambos contendientes han usado las armas diplomáticas y no tan diplomáticas que han tenido a su alcance. Pero la Casablanca tiene en su contra que la sociedad estadounidense es abierta y la cubana, por el contrario, cerrada.

Esto marca una ventaja para aquel. Ellos tienen acceso a datos y sucesos de los del Norte que pueden reelaborar y reacondicionar a su favor, mientras que los Estados Unidos se encuentra con un país donde aparecen públicamente los datos oficialistas y una oposición pacífica en paños menores-con todo respeto-políticamente hablando. Luna sociedad sin instituciones democráticas ni otros instrumentos para disentir o cuestionar las posiciones oficialistas. En dos palabras: el gobierno cubano ha conocido y utilizado con fines propagandísticos a su favor ms información sobre las intenciones del gobierno de los Estados Unidos respecto a Cuba que aquel. Y por otra parte el embargo no ha conseguido derrocar aquel gobierno como se propuso inicialmente JF Kennedy que lo implanto y las sucesivas administraciones que le dieron continuidad. Hay que reconocer que el embargo económico contra Cuba como el empleado contra Libia y sus resultados no ha surtido efectos iguales. En las últimas sesiones de la llamada Comisión de los derechos Humanos de las naciones unidas, no se sanciona a los Castro y si a la Casablanca.

 Un aliado inconsciente.
El régimen cubano siempre ha contado con un aliado en sus campanas de desacreditación de las políticas estadounidenses y de otros gobiernos en contra y ha sido el propio pueblo cubano. Es que cuentan con el monopolio de la información en la isla, algo que no disponen los sistemas democráticos; por ello pueden manejar a su antojo la noticia sin que la sociedad pueda cuestionar la veracidad de los detalles.

 El gobierno cubano ha manipulado a su conveniencia el pueblo cubano que no dispone de medios de información, que es un porciento elevado sin que pueda indicarse una cifra. Esa capacidad de reunir a miles en un acto de repudio a políticas norteamericanas significa un nítido mensaje al mundo sobre el respaldo que tiene el gobierno de su pueblo gobernado. Siendo así el apoyo que se espera tengan los disidentes en el extranjero

No llega a materializarse. Recordar, por ejemplo, la campana sobre el niño Elián González o las marchas en contra de las embajadas de Venezuela y el Perú. Es que el pueblo ha sido manejado por carecer de esa información, de medios por buscar otra opción que no tienen. Ha sido un sistema implantado desde los albores del triunfo de 1959 cuando se nacionalizaron los principales medios de noticias de TV, radio y diarios. Era un medio para obtener un fin, política diseñada por Castro con absoluta y total intención maquiavélica.

Las posiciones anti-castristas de personalidades, organizaciones y gobiernos en el exterior, son ignoradas por los cubanos simplemente porque no la conocieron nunca. La inmediatez de la noticia en Cuba es algo desconocido, solo usada por el gobierno.



Esta situación de indefensión de los cubanos en relación a la posición del gobierno; la ausencia del debate, de la disidencia, del aporte de ideas más el teatro montado en torno a las llamadas instituciones democráticas de la isla y el sistema electoral, solo avinagran la esperanza de los pobladores y se afinca cada vez más, la intención de abandonar el país como opción a la desventaja frente al gobierno. Es por eso que no contemplar entre las opciones para la democratización de Cuba la búsqueda de burlar ese monopolio de la información respecto a los cubanos, es política sino fallida, incompleta. El bloqueo solo afecta a los cubanos, no al régimen que se mantiene a cualquier precio: nunca desviara un solo recurso dirigido al férreo control de la sociedad y la propaganda para invertirlo en comida o en ropa.

 No hay nada que pueda revertir la política del gobierno cubano, excepto el propio pueblo. Pero los cubanos carecen de voluntad política porque no tienen arsenal político al estar aislados durante 50 años. El fenómeno actual de la información, cosa natural en cualquier país fuera de Cuba, es un lujo del grupo de

 Poder castrista y eso tiene que comprenderse para explicarse por que los cubanos no se rebelan.

 El aislamiento a que están sometidos las figuras disidentes, imposibilitados de hacerse escuchar en ningún foro nacional o internacional, les resta valor y los desacredita y eso lo saben tanto estos valientes hombres y mujeres como el régimen pero parece no entenderlos quienes acá se jactan de duros. El pueblo cubano no cree en esos disidentes; los respetan por su valor, pero no confían. La desconfianza es otra arma en contra del cambio. La llana conclusión a que llegan respecto a estos disidentes es: o reciben dinero de los Estados Unidos o son del G2 encubiertos. Ese es el marco estrecho con que funciona la mentalidad política del cubano de a pie y eso no lo entienden las administraciones estadounidenses ni algunos activistas cubanos del exilio.

 En cuanto al más reciente exilio, salvo contadas excepciones, solo les interesa su familia, no el país. Todos piensan que el país está hundido, que la nación esta empobrecida de valores éticos y de dignidad y por ello la familia es la antípoda a este desgarramiento psicologico-sociologico. Salvando la familia de la catástrofe podrá reconstruirse al país en el futuro. Estas generaciones  han tenido que escoger entre huir del país y forjarse una nueva vida comenzando por el principio a permanecer aplastados. Y este el el grupo que se ha dado cuenta de su verdadera posición. Los mas ni siquiera eso; se hallan ante la encrucijada que la vida le ha deparado y se conducen con poca voluntad para el cambio. Son exceptivos, prefieren pensar que cualquier cambio será para empeorar y tratan de continuar “flotando”, con “doble moral”. Son generaciones que se aprovechan del descontrol, el desinterés de los demás y de todos y roban y especulan y mantienen una insobornable pereza. Ese es el verdadero mal de los cubanos: sobrevivir sin trabajar. El sistema ha creado el culto a la pereza, a la inactividad, a la inmovilidad.

 El caudillo caribeño nacido con el 1ro de enero de 1951 ha dejado pálido a Cicerón, pequeño al célebre Padrino siciliano, boquiabierto a Julio Cesar imperatori y en ropa interior al ministro Fouche. Ha sido perseverante en su egocentrismo y dirigido cada una de sus acciones en figuras del pasado histórico de la humanidad. He tenido la ocasión de sorprenderme al disfrutar la lectura de algún clásico como los citados y constatar la indudable influencia-por no decir copia fiel-de estos siniestros personajes en Castro.

 Jorge B. Arce

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