domingo, 15 de junio de 2014

Respuesta digna a Hillary Clinton.


Integro literalmente el comentario: “Respondiendo a H. Clinton”, de Sergio Ramos y expuesto en Cubanet, porque encierra mucho de lo que opino sobre este tema tan convulso, las relaciones entre los gobiernos de Estados Unidos y Cuba. Espero que puedan obtener del mismo aspectos interesantes e históricos.

 

 

 

SAN JUAN, Puerto Rico -La ex Secretaria de Estado de los Estados Unidos, Hillary Clinton, ha reconocido que exhortó al presidente Barack Obama para que levantara o suavizara el embargo a Cuba. Según su criterio, “la mejor manera de llevar el cambio a Cuba sería exponer a su pueblo los valores, la información y las comodidades materiales del mundo exterior”. Basa su planteamiento en que tal sanción le otorga al régimen castrista el pretexto para negarse a cambiar su sistema totalitario. También alega que los Estados Unidos “no estaban alcanzando sus metas”, con respecto a Cuba y a la América Latina.

Disiento del enfoque de la ilustre dama. Primero, porque emana del desconocimiento de la intención de los Castro y sus allegados, cuyo súper-objetivo es retener el poder a toda costa. Y para lograrlo, no han vacilado en asesinar a miles de cubanos, o en encarcelarlos, usando procesos judiciales amañados. Tampoco vacilaron en expulsar a sus opositores y los descontentos, aun poniendo en riesgo sus vidas en el Estrecho de la Florida. Todavía hoy reinan la represión y el presidio político como hechos cotidianos en Cuba.

Ahora, entrados en la vejez, tras medio siglo de tiranización contra su pueblo, los Castro juegan a garantizarle el traspaso de poderes absolutos a sus vástagos, tal como sucede en Corea del Norte.

En segundo lugar, disiento de la señora Clinton porque el embargo no es la causa por la cual los Castro han durado más de cincuenta año en el poder. Causas reales sí son los errores cometidos por la política exterior norteamericana a lo largo de media centuria. Empecemos por recordar que el desastre de Bahía de Cochinos (Playa Girón), en 1961, se debió a la falta de determinación y coraje de la administración del presidente John F. Kennedy, cuando denegó el apoyo aéreo, en plena batalla, a los contingentes de la Brigada 2506.

Luego, en Octubre de 1962, durante la Crisis de los Cohetes, ese mismo presidente negoció el destino de Cuba acordando el ignominioso Pacto Kennedy-Khruchov, donde los Estados Unidos se comprometía a proteger al régimen cubano de cualquier ataque por parte del exilio o de terceros países, desde territorio americano o desde cualquier otro país, convirtiendo a Washington en el perro guardián de los hermanos Castro.

A partir de ese instante, las autoridades norteamericanas empezaron a perseguir a los exiliados que trataban de llevar apoyo a los alzados en Cuba, quedando estos desprovistos de tan necesaria logística. Y por causa de ello, hubo también un presidio político cubano en Estados Unidos, con la aplicación de la llamada Ley de Neutralidad.

Las debilidades con los Castro continuaron ofreciéndole válvulas de escape a la presión del descontento popular en Cuba: Camarioca, los Vuelos de la Libertad, El Mariel, la Crisis de los Balseros, entre otras. En el intertanto, Fidel Castro se convertía en el gran mercenario de la URSS, e invadía y desestabilizada con sus tropas a Etiopia, Eritrea, el Ogaden somalí, Angola y otros países africanos. Además, esparció el terrorismo por toda América Latina, entrenando, armando y apoyando a los Montoneros en Argentina, los Tupac Amaru en Uruguay, Sendero Luminoso en Perú, las FARC y el ELN en Colombia, entre otros.

Ante la falta de una acción directa contra la expansión y las agresiones castristas, y para tranquilizar a un exilio que clamaba por la libertad de su patria, aprobaron primero la Ley Torricelli (1992), y luego la actual Ley Helms Burton, firmada en 1996. Dicho sea de paso, históricamente las acciones de embargo a un país hostil tienen su eficacia cuando son subsidiarias de una acción ofensiva y directa contra el enemigo que se sanciona. Pero esa acción ofensiva y directa se reprimió en E.U.

Oportunidades, o si se quiere justificantes para actuar contra la dictadura cubana, hubo muchas. Una de las más destacas sucedió bajo la administración del presidente Bill Clinton, cuando el tirano Castro decidió derribar en el espacio aéreo internacional las avionetas civiles de matrícula americana de los Hermanos al Rescate, asesinando a ciudadanos americanos que las tripulaban. Recordará la señora Clinton, primera dama durante aquellos días, que la única acción que se tomó fue aprobar la Ley Helms Burton, sin la implementación el título III, que permitía al gobierno americano embargar los bienes de compañías foráneas que adquieran propiedades robadas por el régimen castrista a ciudadanos americanos.

El Título III de dicha Ley jamás fue implementadoy ha sido postergado administración tras administración. Pero ahora hablamos de suavizarla o eliminarla, sin tomar ninguna otra acción afirmativa contra la tiranía castrista.

La señora Clinton parte del falaz supuesto de que al quitar el embargo, se produciría el cambio en Cuba, a causa del aumento de la exposición ante el pueblo de los valores, información y comodidades materiales estadounidenses. Pero no recuerda que en Cuba los medios de comunicación masiva están monopolizados totalmente por el régimen.

Muy probablemente se basa también en las recientes medidas “reformistas”, más propagandísticas y teatrales que reales, adoptadas por Raúl Castro. Es lógico que a los Castro y sus herederos les apetezca un modelo similar al de China y más aún al de Viet Nam. Pero lo más significativo que nos proporcionan las experiencias en dichas naciones es que aunque han logrado cambios materiales, éstos solo sirvieron para consolidarse en el poder ‘ad perpetuam’.

¿Quién garantiza que en Cuba haya libertad para el pueblo con el aumento de “comodidades materiales”? ¿Quién garantiza la libertad de información cuando en China han bloqueado a Google para que no difundiera noticias sobre las masacres de sus gobernantes? Tras décadas de privilegiar comercialmente a China y a Viet Nam, la realidad es que en ambos países se carece del respeto a los derechos humanos y se reprime y persigue a quienes disienten del gobierno. ¿Es eso lo que la señora Clinton desea para Cuba?

 

 

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