jueves, 31 de mayo de 2012

La descalificación como método.


Réplica a un comentarista en la Chiringa de Cuba, que se defiende de la crítica al estado cubano, descalificando el estadounidense.





Estimado Delgado, usted ha escrito algo en su réplica a mi comentario que lo desnuda completamente.


Verá: Primero usted, a modo sui generis de enfrentarse a mi criterio, no defiende las albricias de su posición, de su forma de estado y gobierno, sino que intenta socavar las bases del sistema en que vivo yo y que abrazo. Esa táctica me es archiconocida desde que jugaba a las bolas con los chicos del barrio donde crecí y hasta llegué a emplearla también cuando era sorprendido haciendo “trampas” en medio del juego. Es eficaz pero infantil, señor y su uso desmerece a un hombre íntegro y digno porque se pierden estas virtudes tratando de defender la posición o criterio que sostenemos sometiendo a ataques el criterio o posición del otro. Es que se pierde la dignidad cuando “limpiamos nuestra letrina” con la ropa de otro. Ahh!, no se ofenda, la dignidad se pierde más fácil que como se alcanza; se de lo que le hablo, en una ocasión la convertí en moneda de cambio para lograr lo que anhelaba; y con la misma vehemencia con que le hablo de ello, la recuperé definitivamente.


Segundo. Habla  de transparencia  e inmediatamente ejemplifica con hechos ocurridos fuera del territorio que es UNICAMENTE el blanco de nuestro intercambio: la Eterna Cuba !. Es decir, continúa exhibiendo que es fiel a la doctrina preconcebida. Leal y fiel son virtudes que no le faltan…pero al Estado Cubano, a su Sistema Político y a su Forma de Gobierno y se olvida de usted. Pues observe, estimado Delgado, que alude a la transparencia y descalifica la de la sociedad “ajena” subrayando que está viciada de los desmanes de todos los que tienen acceso y control de la información_dejando entrever, aunque no lo dice directamente, _, que en USA existe un estado semejante al cubano el que sí es cabeza y cuerpo de un sistema político hermético y de ultrajante secretismo de estado sobre todo su quehacer administrativo y diplomático. Es que no se da cuenta?; una discusión sobre cuál de ambos estados posee el control de los medios le dice inmediatamente que el cubano goza del privilegio de chequear cada frase que se escribe o pronuncia en cualquier soporte de difusión de la información pública, desde el periódico a los libros de texto de las escuelas primarias.


Pero le digo más. Aún en el caso de que usted conscienta que tal caso es el eficiente y correcto, estaría viviendo en el letargo de mantenerse ajeno al razonamiento, pues si en la sociedad democrática como en la autoritaria, existen actitudes de los políticos poco dignas, es sabido que los medios se encargan de “despedazar” a los autores de esas “linduras” porque los medios “burgueses” poseen la libertad que no existe en “su sociedad”, y es la de “meter el dedo” hasta la primera falange y encontrar la “historia completa” sin que un secretario de partido o de un buró político ordene desde su escritorio que no le den acceso a la prensa. Bajo la solapa del “Secreto de Estado”, el estado cubano manipula toda la información comprometedora de sus acciones y la de sus ejecutivos.
Esos escándalos que usted se encarga de recordarme para “verter un poco de estiércol” sobre la sociedad burguesa ( estoy empleando este término en alusión a la doctrina marxista-leninista) y que son puestos sobre el tapete por los medios capitalistas, son los que hace precisamente más fuerte a las instituciones democráticas y el respeto de los ciudadanos por los mismos. Es lo que cuida el necesario equilibrio que debe mantener a raya los poderes del estado.
Pero usted, sin embargo, coloca su responsabilidad como ciudadano de cuestionar el funcionamiento de las instituciones de la administración en manos de un formidable aparato de control de la sociedad perfilado por un grupito de hombres que asaltaron el Poder de la Nación cuando era necesario desmontar el corrupto que existía entonces, para edificar este hijo de los euroasiáticos que vivieron antes y que le sirvieron de maestro.


Respeto eso. Usted ofrece toda su confianza a un “aparato de burócratas” que criticaron hombres como José Martí en “Críticas a Spencer”, Ob. Comp V-XVIII.

Jorge B. Arce

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