Preguntas sobre la fe.
Al iniciar este pequeñito
intento de ensayo sobre un tema tan polémico y peliagudo; que desata pasiones
en muchos, trato de no reto rizar mis ideas para no convertirlo en repetición
de lo que han sugerido otros, sino en resultado de la observación y el
análisis, porque me anima la esperanza de escuchar lo que otros opinan sobre el
asunto.
Entiéndase correctamente
este propósito. No pretendo atacar a nadie ni a nada en particular. Tampoco es
un acto reflejo de defensa; es el resultado de la meditación. Así es que, si a
alguien le resulta contradictorio o errado, le ruego, por favor, que lo comente
en este espacio.
Fe primitiva.
Los ancestros del actual ser
humano que habitaban el planeta en casi todas las latitudes; dueños de un
pensamiento rudimentario sobre el mundo que le rodeaba; “diseñado”,
principalmente para sobrevivir enfrentando un medio hostil desde el punto de
vista climático como de lucha permanente contra depredadores provistos de la
capacidad de matar a otros animales ( el hombre incluido), eran incapaces de
responder al por qué y cómo se producían ante su vista fenómenos físicos y
químicos por causas naturales. Ese ser primitivo (humanoide) y de instrumentos
(armas) rudimentarias y que crearon con sus propias manos: ¿de dónde
vino?; ¿Cómo fue colocado en medio de
aquellas interminables llanuras, montañas o densos bosques? A esa formidable
pregunta dos vertientes opuestas del pensamiento moderno la responden también
en oposición: Por obra de un Ser Sobrenatural y Omnipotente, Dios y por los
efectos de la selección natural y desarrollo y transformación de las especies
(teoría darwiniana). La primera corriente de pensamiento, de profundas raíces mítico-religiosas,
basa esta afirmación en la fe de no ver pero creer según las sagradas
escrituras conservadas por los siglos milagrosamente. Su antípoda argumenta su
teoría en la observación científica auxiliada por ramas afines como la Antropología,
Geología, Biología, Espeleología y otras aun más modernas.
Cito esta controversia
filosofal no con el ánimo de disentir de una u otra, sino como el inicio que
sostiene a este trabajo: La fe.
Nace de una inicial posición
de pensamiento para explicar un fenómeno difícilmente definible en un momento
determinado. Digamos, por ejemplo, la disyuntiva de aquel hombre primitivo que
se sintió empequeñecido, asustado y temeroso, todo a la vez, ante la
observación de una descarga eléctrica en medio de una tormenta, así como de sus
consecuencias para el árbol blanco de la misma. En tanto observa el árbol
ardiendo y experimenta la ceguera temporal producida por el
deslumbramiento_todo fácilmente explicable ahora_, solo pudo creer que “algo”
fuera de su alcance visual, pero existente, había provocado tal hecho. El dios
del trueno y el fuego empezó a formularse en su mente desprovista de
“conocimiento” de forma inmediata como respuesta a lo visto. En otras palabras:
La creencia que existía algo que poseía un poder de tal magnitud fue una
consecuencia de no poder entenderlo por otras vías. No es de extrañarse; hoy
dia, a pesar del acceso a la información que cualquiera posee, muchos son
embaucados por un manipulador de mentes que aprovecha ese primitivismo latente
para lucrar.
Esos manipuladores actuales
tuvieron también sus “ancestros” en la horda primitiva; los sacerdotes o brujos
no surgieron por gusto. Fueron los intérpretes de lo que los dioses querían
transmitir a través de rayos, truenos, lluvias, inundaciones, volcanes,
terremotos, eclipses y nevadas permanentes.
Pero la fe, como otra forma
del razonamiento humano, fue transformándose con el paso del tiempo y con la
influencia del propio hombre para obtener beneficios de ella.
No exagero. El primer
sentimiento del hombre primitivo fue el del sentido de la propiedad. Lo mío. Lo
tuyo. Los límites a lo tuyo y lo mío. Lo que puedo conservar para mejorar, para
vivir mejor, para no pasar frio, para dormir más cómodo. El sentido de dominio
está asociado al de la propiedad. De nada sirve con poseer un bien si no
podemos acudir a él para beneficio propio cuando lo deseamos. Durante el
Matriarcado, los hombres no poseían a la mujer como bien. Ella disponía con
cuál macho aumentar su prole. El hombre y la mujer no eran vistos entonces como
algo privado, como propiedad. Durante el Patriarcado fue distinto; la mujer
pertenecía a un solo hombre y poseía el dominio que imperaba sobre ella para
evitar que copulara con otro hombre de la horda.
Desde la presunta existencia
de un conglomerado de dioses que observaban de cerca las acciones del hombre e
influían en ellas mediante signos o señales que “interpretaban” los hombres
encargados de interpretarlas u hombres de fe; desde el curandero hasta el
sacerdote actual, hasta la existencia de un dios único y maestro de la vida, la
muerte y más allá de ésta, los seres humanos se han inclinado en una u otra
vertiente surgida del grupo social y lugar geográfico (culturas).
El monoteísmo
judaico-cristiano tuvo que enfrentar la violencia dominadora del Islam mediante
la oposición de la violencia. Otro rasgo característico de la fe: La conquista;
proceso que duró cientos de años y que produjo la muerte a decenas de miles de
personas movilizadas en torno a la fe.
Pero… ¿alguno de los dioses
nombrados de uno u otro bando fue quien decidió tal camino de violencia? Por
supuesto que no, al menos no existe evidencia directa pues las citas del Yavhe
guerrero del viejo testamento no son suficientes indicio científico de prueba o
al menos no se le considera así por las personas ajenas a la fe cristiana.
Piénsese que no hay un solo
ejercito que no posea una “bandera de
combate” antes de guerrear. Así como imagen de un pez se consignó como elemento
de identificación de los primeros cristianos durante la persecución, torturas y
muertes a que fueron sometidos hasta el emperador Constantino, la Media Luna y
la Estrella se convertía en el símbolo del Islam para conquistar con la fe el
occidente; eran utilizados para sostener una posición político-ideológica.
Lo que digo es que el hombre
es quien se ha escudado y ocultado tras la cruz o la media luna o el Buda
regordete para trazar una estrategia de poder y manipulación de multitudes. No
estoy colocando la duda de la existencia de Cristo Rey o de Alá, sino la impúdica
manipulación por entes oportunistas y enfermos de poder hizo de los signos de
la fe y comercializaron imágenes y milagros.
Baste recordar cómo los
ritos religiosos eran protagonizados precisamente, por los individuos que
detentaban el poder; los faraones egipcios, los obispos cristianos o lo césares
romanos, sin hablar de de la acumulación de riquezas lograda por las altas cúpulas
de poder religioso al amparo de la fe y bajo la premisa indiscutible de que
riqueza es poder, elementos que legitimaban la persecución de individuos ateos
u opuestos a sus paradigmas religiosos o rituales masacrando a miles mediante
el sable, la cruz o convirtiéndolos en alimentos de leones de circos.
La historia nos muestra esta
realidad en pleno apogeo de la etapa de reinado, de republica e imperio romano
y más tarde, durante las Cruzadas Cristianas, alentadas por la iglesia como
oposición al Islam invasor y rescatar los sitios sagrados convirtiéndose
después en vía de pillaje.
La fe moderna.
Extrapolando las visibles
diferencias de la práctica de la fe en las distintas regiones del planeta,
puedo decir que es incesante el trabajo de los religiosos para fomentar los
adeptos. Actualmente se estimula a quienes son habituales fieles, bajo la
premisa de la necesidad perenne de “salvar las almas”. ¿A qué viene eso?; a
motivos de riqueza y poder.
Este obrar es más frecuente
hallarlo entre las denominaciones evangélicas y protestantes (casualmente
nacidas recientemente entre los finales de 1940 y 1950 en Estados Unidos como
ramificación del protestantismo iniciado por Lutero) y temo que la contribución
de sus fieles a las arcas de la congregación (diezmo o diez por ciento del
total de ingresos), sea el resorte de esta conducta.
Pero sobre todos los
exámenes que podamos hacer sobre este hecho, lo cierto es que la fe se ha
convertido en un fenómeno cultural básico con raíces en la familia. Ancestralmente
los padres inculcan a los hijos el deber de enderezar su vida con un
comportamiento de fe, preparándose para la salvación del alma (pilar
estratégico de todas las confesiones: Soportar con valor, frugalidad y entereza
la vida actual para disfrutar de la vida futura). Esta es una exigencia de aceptacion
que no lastima a nadie y mucho menos atenta contra los poderes civiles e
institucionales de cualquier estado. Sin embargo, en distintas regiones y
sociedades, en el presente y en el pasado, miles y millones de seres han sido
victimizados por diferencias de fe.
Manipulación de doctrinas de
fe con ánimos de poder.
Pero lo más contrastante en
el empleo de la manipulación de la fe y su uso para extender su dominio sobre
más seres, es el actual quehacer doctrinario de las ramas más radicales del
Islam que ofrecen una interpretación extensiva de las enseñanzas del Corán y
convertir en marionetas virtuales a muchos adeptos logrando su transformación
en armas potenciales de destrucción masiva. Parte de ellos los hemos visto
actuando en el derribo de las Torres Gemelas o haciéndose estallar en mil
pedazos en medio de una multitud religiosa. Todo en nombre de Alá. ¿Es Alá
quien decidió eso?
Ha sido hasta el momento, la
más cruel y asesina forma de obrar por los seres humanos contra otros seres
humanos en nombre de alguna entidad religiosa. Nada tiene paralelo a convertir
en “bombas vivientes a niños, mujeres y hombres en nombre de Alá. Y es
obligatorio preguntarse: ¿es sabio como creyente dejarse arrastrar por aquellas
palabras que en nombre de Dios pronuncian los manipuladores de conciencia que
convierten en arma asesina al ser llamado hijo de dios? ¿es un fiel creyente el
que perteneciendo a alguna confesión religiosa como la Iglesia de la
Cienciología, se deje atrapar en los argumentos de esta entidad para defenestrar
a sus propios hijos y padres manteniendo un status de adhesión y defensa de la
iglesia en contra de sus progéneres?.
Hasta aquí hemos apreciado
que determinadas personas que ostentan elevados e importantes posiciones en las
denominaciones religiosas aprovechan ese poder moral sobre adeptos para
adormecer el entendimiento y redirigirlos en otra dirección de conveniencia
para aquéllas. Es lo que, afirmo, hay que considerar siempre y esto no
constituye una afrenta a los religiosos; mujeres y hombres de vocación de
entrega de la vida propia en beneficio de los demás, tal como enseña el
magisterio eclesial y la doctrina de la fe. Esos están excluidos de mis
reflexiones que apunto. Solo digo que hay que estar alertas sobre cualquier
intento de revisión de las bases de la fe o una interpretación extensiva de sus
raíces que suponga dañar de alguna forma a terceros aún cuando no sean de la confesión
propia. Tal postura no entraña ninguna interpretación correcta de fe conocida
hasta el momento; aunque sí tal vez de alguna secta con ropajes religiosos.
Practicar algún tipo de fe
prepara al individuo para enfrentar las más difíciles realidades de la vida
moderna. Poseer la fe en la Salvación Eterna es un increíble paradigma que
demuestra la pequeñez del hombre ante lo infinito que le rodea. Diría que un
hombre provisto de fe es un ser con mucha suerte, fuerza, generosidad,
benevolencia y perseverancia; recordemos el ejemplo bíblico de Job
Es bueno tener fe. Es
hermoso practicar la fe mediante la conducta propia. Es ese el verdadero
propósito de la fe: Amor.
Jorge B. Arce
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