viernes, 21 de septiembre de 2012

La responsabilidad de informar e informarse.


La responsabilidad de informar e informarse.

La delgada línea-límite de la integridad.

En este cambiante y competitivo mundo donde vivimos, sujetos a las leyes del mercado, es importante tener y mantener con comprensión y claridad la posición y aporte que se hace dia a dia mediante el trabajo, a la sociedad. Esto es un dogma “moralista” (para algunos) y moral (para otros), pero distinguible para todos.

Si eres un inspector de control de la calidad en una fábrica donde se producen barrenas, debes tener muy claros y definidos cuales son los patrones tecnológicos que debe requerir el producto terminado porque no solo “se vende” la cantidad medida en unidades, sino la calidad de cada unidad construida.

Si eres un profesional de la noticia, o como suele llamarse, reportero, tienes en tus manos una sagrada atareas porque está relacionada con uno de los más importantes valores democráticos y derechos civiles: La información. Dentro de esta tarea asumo que hay dos vertientes; aquella que está dada por la responsabilidad de detectar y reportar un hecho de connotación social y que se basa fundamentalmente, en hacer una descripción del mismo de forma precisa, entendible y convincente. La segunda vertiente posee un ribete similar pero se agrega la actividad del reportero de manera investigativa, es decir, encontrar, si los hay, antecedentes del hecho, consecuencias para todos y su seguimiento. Se trata de una labor de terreno.

Pero encima de estas dos especificidades influencia el criterio, inclinaciones, carácter, personalidad, ideología política, credo, étnica, etc porque el reportero es un ente individual.

Muchas veces escuchamos a personas de extrema izquierda manifestar que los poderosos medios noticiosos manejan al mundo mediante la información. Esta afirmación es cuestionable, pero no es el caso ahora. Básteme decir que la información la manejan todos; unos con un propósito: Lucro y otro: Manipulación ideológica. En mi opinión ambas son manifestaciones extremas y no merecen mi respeto. Aunque es muy bueno ganar dinero, es loable hacerlo honestamente. En cuanto a manejar “la información” para engañar a multitudes, es un crimen si se aprovechan del poder político.

Retomando la idea, el periodista honesto ha de estudiar el cuestionario central que forma el cuerpo de la entrevista al líder político, cuidando de los patrones de respeto, cortesía y abarcabilidad de los temas puesto que su posición le debe a todos lo que usaran esa información independientemente de las inclinaciones personales del entrevistador.

Digamos, por ejemplo que usted es el reportero y tiene inclinaciones políticas liberales. Usted respalda al partido liberal, vota por el partido liberal y está convencido que el programa de ese partido es el adecuado. El líder que entrevistará es del partido opositor, conservador, y el tema elegido y aprobado por sus editores abarca la guerra. Como este tema es amplio y se ramifica no solo a la defensa sino a otros intereses, usted elaborará el cuestionario que sea abarcador-generalizador pero con apéndices de cada uno de los puntos a tratar según las respuestas; más un pequeño guión adaptables para improvisar de acuerdo a las respuestas.

Si es usted un reportero íntegro, lo que significa deforma general que no sólo se preocupa por sus intereses propios, de grupo, de trabajo, usted dirigirá la entrevista para que cada uno de los segmentos que conforman el entramado social se sientan representados durante la entrevista como si participaran preguntando por sus propios intereses.

Como usted es íntegro, usted “sacrificará” sus intereses personales o de grupo para representar un conglomerado mayor. Probablemente tendrá que defender esta posición frente a sus productores y editores pero sabe que vale la pena hacerlo porque lo considera justo o mejor ante otros criterios más lucrativos o más espectaculares. Tal vez hasta lo adjetivisen de mediocre pero usted sabe que no lo es.

Por estas razones que enumero, opino que el lector de la noticia que nos ofrecen en bandeja de plata, debe esforzarse por convertirse en un lector analítico y masticar la píldora convertida en noticia antes de tragarla. No hay cosa mejor que pensar con el propio cerebro.

Pero si usted abandona los criterios de integridad y diversidad para elaborar un formulario lleno de “trampas” tendidas al entrevistado en busca de colocarlo en una posición de ridículo y “anotarse” un punto en su agenda personal, entonces se guiará por la estrategia de pacotilla y codo a codo con editores y productores dejará terminado un trabajo que, paradójicamente, se venderá mucho pero tendrá menos valor. Usted habría dado un paso hacia la mediocridad alejándose de los cánones más ortodoxos de la justicia social. Ganará más, lo solicitarán más, pero cuando “hable” con su almohada se maldecirá y mascullará palabrotas contra sí mismo, porque comprenderá que es usted el primer engañado y el instrumento para engañar a los demás.

Jorge B. Arce

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