martes, 23 de octubre de 2012

Y las víctimas ?...


¿Y las víctimas?...

 

He oído con frecuencia que la Política es la ciencia de hacerlo posible. Claro, es un sarcasmo dirigido a aceptar que los manejos políticos están por encima de cualquier otro uso legal o de raciocinio. Es algo así como admitir que cualquier cosa es buena cuando se trata de Política. Yo me atrevería decir que es la ciencia de lo increíble.

El conflicto militar armado más largo de la historia, que tenga noticias, el de Colombia, ¡30 años!, que la desangra en gente, propiedades, recursos, riquezas, vuelve a acaparar los primeros planos de las noticias internacionales cuando el presidente de esa nación ha dado luz verde para negociar la paz con los rebeldes, narco-guerrilleros, secuestradores, guerrilleros comunistas, etc, son varios los epítetos que les han sido dados.

Hay una gran campaña de propaganda alrededor de estos grupos rebeldes llamados FARC por parte de algunos gobiernos izquierdistas que sueñan con sacar ventajas ideológico-políticas con una futura Colombia Populista. En todas esas manifestaciones posibles, aúpan los esfuerzos de estos rebeldes en la arena internacional y respaldan sus demandas como si el conflicto estuviera bajo su amparo en una demostración descarada de injerencia en los asuntos internos de los colombianos, obviando, claro está, que han cometido crímenes estremecedores.

Esos grupos, hay que significar, perdieron la supuesta legalidad de enfrentarse con violencia a su propio gobierno según la teoría marxista, cuando comenzaron a cometer crímenes contra la población civil. Esto es, secuestros, reclutamiento de menores a la fuerza; violaciones; secuestro de mujeres para convertirlas en “compañeras” de los jefes principales; emplear a la población civil como “escudos” contra los posibles ataques del ejército nacional; el desplazamiento de civiles de sus zonas de hábitat, sembrado de minas antipersonales, narcotráfico, extorsión, uso de territorio de países vecinos como bases de descanso y tratamiento de heridos.

Una vez que adoptaron estos métodos criminales, estaban renunciando a la doctrina marxista de enfrentarse al gobierno que odian y pretenden derrocar. Con esa conceptuación ha de iniciarse el diálogo.

En el pasado también el ex presidente Pastrana pretendió negociar la paz con los guerrilleros y el cese al fuego fue empleado estratégicamente por estos grupos para apoderarse de nuevas y mejores posiciones ventajosas.

Hago estas notas porque quiero abordar este tema desde otro ángulo distinto, del lado de las víctimas de este extenuante conflicto.

Las victimas no han sido los rebeldes que defienden su ideología, ni el gobierno que defiende su institucionalidad. A mi modo de ver, las víctimas son las que han perdido algo por razón de éste: la libertad, las piernas, la razón, la vida, un familiar, la honra o el honor. Las víctimas son los niños huérfanos; las viudas y viudos; las niñas convertidas en amantes de los jefes de las FARC; las mujeres violadas, prostituidas; los desplazados, los indígenas. Las víctimas son las únicas que en estas negociaciones no tendrán ni voz ni voto.

El caso es que para alcanzar la paz, según los expertos, las FARC tienen que dejar las armas, convertirse en políticos, votar y ganar las elecciones. Todo ello lleva aparejada la reintegración social de hasta hace unos días eran criminales, cómplices o sus aliados. No importa que no hayas apretado el gatillo, basta que hayas estado allí.

Para lograr esto se constituiría una especie de indulto, de perdón a todos para mantener la legalidad del proceso y si son rebeldes no pueden ser políticos y viceversa. Y lo más importante, sentaría un precedente de incalculable proporciones en la vida y la historia de todos los colombianos colocándose como Espada de Damocles.

¿Qué intereses están en juego ahora?; los de la nación, me responderían sin pestañear cualquiera con sentido común, porque están primero que los de cualquier individuo. Respuesta que no me satisface.

El orden constitucional de una nación, su respeto y defensa, la consolidan a los ojos propios y del resto de la humanidad. La agenda que se discute en Oslo y La Habana se aparta de esa constitucionalidad. ¿Cómo atraer a la legalidad su contenido?

Parafraseando al ex presidente Álvaro Uribe: “…me preocupa la elegibilidad política del narcotraficante, del secuestrador, del extorsionista.” Para luego preguntarme como víctima:

¿Y yo, no cuento?

 

Jorge B. Arce



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