Bajo
el titulo: “Lo que no cambia sobre el sistema inmigratorio cubano”, apareció en
La Pupila Insomne, este artículo que comenté al final.
Este 16 de octubre el gobierno cubano anunció profundos cambios en su
política migratoria. Se eliminó el trámite conocido como “permiso de
salida”, se extendió de 11 a 24 meses el tiempo de permanencia en el exterior
sin necesidad de prórroga para quienes salgan del país, se eliminó la necesidad
de presentar “carta de invitación” para solicitar pasaporte, se facilitó la
realización de estos trámites en más oficinas y se flexibilizaron un grupo de
regulaciones en la relación de los emigrantes cubanos con su país.
La política migratoria cubana ha estado marcada en los
últimos 50 años por los intentos de Estados Unidos
de utilizarla como arma propagandística contra la Revolución que triunfó en la
Isla en 1959. Así, Washington ha promovido -mediante una Ley de ajuste que da residencia automática a cualquier cubano que
pise territorio norteamericano- la emigración ilegal, a la vez que ha limitado
la concesión de visas para viajar de forma legal. Esto ha provocado varias
crisis migratorias, la última de las cuales fue en 1994 y llevó a la firma de
acuerdos migratorios entre Estados Unidos y Cuba
que obligan al primero a conceder un mínimo de 20 000 visas por año a
ciudadanos de la Isla que viajen a ese país, donde como resultado de las
políticas norteamericanas se ha asentado la mayor comunidad de emigrantes
cubanos. Desde entonces se ha recrudecido, con nuevas medidas como la Ley Helms Burton, el bloqueo económico comercial y financiero que
EE.UU. impone a Cuba con el objetivo de dificultar la vida cotidiana de los
cubanos, contribuyendo de modo decisivo a estimular la emigración por causas
económicas.
Al mismo tiempo, Estados Unidos, al otorgar de manera
intencionada las visas, busca sustraer a Cuba recursos humanos de alta
calificación y en el caso particular de los médicos financia un programa para
captar trabajadores cubanos de la salud que colaboren en otros
países.
Todo esto ha estado acompañado de una gran
manipulación mediática que intenta encubrir las verdaderas causas de la
emigración cubana y esconder la responsabilidad de Estados Unidos en las crisis
y problemas que se han generado entre ambos países. La decisión adoptada por
las autoridades cubanas ha tenido una alta repercusión, prácticamente todas las
agencias de prensa acreditadas en La Habana han tratado el tema con objetividad
pero, como si sus despachos se redactaran en una oficina del Departamento de
Estado, la agencia alemana de prensa DPA ha culpado ante sus lectores al
gobierno cubano de los conflictos migratorios entre ambos países. “La
prohibición de viaje ha causado graves crisis migratorias con Estados Unidos en
el último medio siglo”, dice DPA para convertir la víctima en victimario y
prestar su servicio a Washinton contra lo que llama, con el lenguaje de las
emisoras que paga EE.UU. contra la Isla, “el régimen cubano”.
Cuba está cambiando de
manera importante su política migratoria pero, sin dudas, hay al menos dos
cosas que no cambian en relación con ella. La primera es la guerra económica y
mediática del gobierno norteamericano que la condiciona, y segundo, el modo
servil en que algunos medios de comunicación se prestan a encubrirla.
(Publicado en CubAhora
Mi comentario:
No me explico
cómo personas como las que “planean” por este blog, insisten en afirmar una y
otra vez, como lloviznita de mayo, que el mundo está siendo “colonizado” por la
Gran Prensa, si como muchos saben también, menos los cubanos, es que sistemas
de gobierno decididamente autócratas como: Ecuador, Irán, Venezuela y Cuba, por
ejemplo, que han perfeccionado el arte de desarticular los medios de prensa
privados y disminuirlos hasta la mínima expresión en pocos años y valiéndose de
todas las artimañas propagandísticas que han manejado hábilmente y entronado un
verdadero sistema de información oficial donde la redacción pasa, de soslayo
por la casa de gobierno, en acusar y acusar y acusar cada vez que pueden, como
en este “distinguido sitio de propaganda express”, en la absurda campaña de que
hay un súper control global espacial estratosférico que le dice y dicta al
Washington Post, New York Times, El País, Times, etc, etc, etc cómo es y cuándo
es cada cosa que escriben.
Esta afirmación es tan absurda, incoherente e irrealizable que si los que se atragantan de letras escritas en idioma comunista, como las que se suelen presentar en este espacio y otros similares, pensaran con la cabeza propia y no con la ajena, quedarían anonadados (como una vez quedé yo ciertamente), de toda la inmundicia que los seres pensantes como los humanos somos capaces de absorber en corto periodo de tiempo y atiborrarnos la cabeza de todo lo que escriben gente sin sentido común.
Pero esa es la vida; a veces la vemos que pasa a nuestro lado como si no fuera nuestra si no de otros, y no nos mezclamos en sus consecuencias; y le permitimos al “vecino” que opine por nosotros o ni siquiera nos tomamos el trabajo de razonar porque el razonamiento nos lo dio “alguien” previamente escrito en una cuartilla que recibimos “del buen vecino” y decimos: “…coño, con el hambre que tengo, que no he desayunado y son las 10 de la mañana, para qué me voy a poner a averiguar si es cierto o no, si el “vecino” es un tipo buena gente y además ni siquiera me pagan por pensar si no por despachar papas en la bodega cuando vienen…”
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