Tsunami artificial.
Después del lamentable hecho
protagonizado por el Sr. Lanza, un enajenado mental que se apodero del rifle de
su madre y disparó decenas de proyectiles arrebatándoles la vida a niños de 6 y 7 años y
a todos los adultos que se interpusieron, distintos sectores de la política y
activistas de los derechos civiles se rasgan las vestiduras acusando a las
armas de ser protagonistas de estos asesinatos masivos. A las armas, nada más y
nada menos que a lar armas, como si éstas se disparasen por sí mismas, como si
tuviesen alma. Ignorando que detrás de cada culatín de un rifle hay un hombro
de un ser humano que posee una intención que aunque sea el de matar no llega a
convertirse en un crimen punible por la insanidad de la mente del autor. Las
armas por sí solas no causan ningún daño; son las personas que las utilizan quienes
lo causan. Las armas son el resultado del ingenio humano y por muy
rudimentarias que sean han sido diseñadas para neutralizar al adversario. Es un
producto letal. Se trabaja activamente en su perfección. Algunos grupos de
fuerzas especiales en los Estados Unidos las utilizan combinadas con
proyectiles especiales que quedan atrapados en el cuerpo del blanco elegido
para evitar, si los traspasaran, causar daños colaterales a los civiles que se
hallen cerca.
La industria de las armas en
Estados Unidos es tan antigua como la propia existencia de la unión y ha
permitido que el país se mantenga en la cima del poderío militar mundial, una
de las causas que obligó, indiscutiblemente, a que se detuviera la carrera
armamentista de los 70-90’. Sin el creciente desarrollo de esta industria, los
Estados Unidos no estarían donde están. Es un hecho que ha de ser reconocido en
momentos en que algunos enjuician con cánones parcializados, los efectos que
las armas producen en manos incorrectas.
No ha ocurrido ningún ataque
semejante al recientemente visto en Connecticut, donde el autor no haya sido un
enajenado mental. Las cifras están allí. No han sido las armas, sino los
individuos defectuosos. Detrás de cada uno de estos tristes episodios, hay una
familia disfuncional y/o un individuo insano mentalmente. No fueron los autores
individuos sanos y con buen juicio y con excepción del médico que disparó
contra sus compañeros de armas en una base militar, los demás eran jóvenes o
adolescentes y sustrajeron las armas a sus mayores. Esos individuos han
carecido del cuidado que sus familias debieron proporcionarles o las
instituciones del gobierno. No fueron los constructores de armas ni el NRA
quienes debieron y tenían la obligación de mantener seguras esas armas o
prestarle atención a esos sujetos enfermos. Es un hecho. Si usted adquiere un
arma, lo primero que tendrá ante usted es la advertencia de que queda obligado
a mantener fuera del alcance de los niños las mismas. Los adultos somos
responsables no solo de nuestros actos, sino de los menores sujetos a nuestra
tutela y sus consecuencias entrañan responsabilidad civil y criminal.
La sociedad norteamericana
hoy es testigo de las posiciones feroces con que mucha gente conmocionada por
esas muertes de inocentes, atacan a la industria de las armas. Eso no es
coherente con el obrar de un ser mesurado y analítico. NO puede culparse al
rifle de esas tragedias. Ha sido la disfunción de las familias donde crecieron
los tiradores. Bien sea por desatención, imposibilidad, pasividad, incapacidad,
irresponsabilidad o desamor.
Los americanos siempre han
decidido armarse para defenderse a sí mismos, su familia y su propiedad. Es un
derecho inalienable y constitucional.
Ahora, a la luz del debate,
muchos se afanan en hacer cálculos y acumular datos que colocan a la industria
de las armas en el punto de mira. No es justo. La sociedad americana ha visto
cómo en repetidas ocasiones, ciudadanos que portaban armas ocultas, se
enfrentaron a maleantes armados en lugares públicos para protegerse y proteger
a los demás de los depredadores armados. Ya lo han olvidado. Es una lástima.
Jorge B. Arce
Hola Jorge Buen día, el uso de armas siempre estará en debate, ciertamente existen personas que las utilizan para protección personal, pero desgraciadamente el tenerlas en casa y sin supervision alguna, dá pauta para que personas sin escrúpulos o con problemas mentales las utilicen en contra de inocentes, como se a dado ya en varios estados de USA, recordemos el cine, la escuela, etc. etc. El mas reciente en Alburquerque. Sinceramente yo si estoy a favor de restringir el uso de armas, lamentablemente en la ciudad en que vivo existe demasiada violencia, no quiero ni pensar que cualquier individuo pueda portar armas.
ResponderEliminarRecibe un cordial saludo.
Grcias, amigas, por su atención.
EliminarNo puede culparse a las armas de la violencia que genera el desacierto. Las armas han estado y van a estar allí, siempre, mientras el ser humano, concebido por Dios en absoluta libertad de elegir, las tome para cometer atrocidades.
Limitar los derechos a portarlas, tenerlas, usarlas, coleccionarlas, no pondrá fin a los "desubicados' o criminales que se valen de ella para imponer su voluntad atrofiada.
Limitarla es como pretender terminar con la mala costumbre de que los niños arrojen a cualquier sitio de la escuela, el papel que envuelve los caramelos que se comen, y la directora prohiba consumirlos.
Esta sociedad donde vivo y cualquier otra sociedad, no puede generar prohibiciones para poner fin a las miserias.
Preferiría que ambas, amigas, se sientan respondidas en su oportuno comentario; y por favor, nunca duden en mostrar sus diferencias con mis puntos de vista. Por el contrario, se lo agradezco.
Jorge
Yo estoy con Sandra, No hay necesidad de que un ciudadano tenga armas automáticas usadas solamente por la fuerza armada. EL control de armas es necesario para la seguridad de todos. Tambien hay demasiadas películas violentas que incitan a personas ya descompasadas, que si tienen a la mano las armas convierten la película en realidad, como paso en Newtown. Connecticut.
ResponderEliminarSaludos
Un saludo cordial para uds. Marite y Jorge. Eso es lo bueno de un blog como éste, que expresas tu punto de vista sin ser tachado con "x" distintivo. Estamos en contacto.
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