lunes, 16 de enero de 2012

Dos caminos para Manuel.





En los tiempos en que ejercía mi profesión en Cuba, tuve la oportunidad de codearme con todo tipo de personas de ese perfil; brillantes, mediocres y oportunistas. Muchos de ellos adquirieron el título porque obtuvieron notas excelentes y la “Revolución” y el “Partido” los exhortó a que abrazaran el llamamiento del Comandante en Jefe que luchaba por convertir a la isla en una potencia médica de primera categoría (paréntesis)_, hoy todos sabemos que la oscura e iconoclasta intención de ese señor, era la de disponer de un ejército de médicos de total entrega y reticentes a los intereses materiales capaces de cobrar apenas un 12 por ciento de lo que el gobierno cubano cobra por cada médico a países como Venezuela y poder compensar la improductividad de un sistema económico que es una pantomima de los clásicos del Socialismo Científico.
Los brillantes tomaron dos caminos: Uno, convertirse en piezas del tablero revolucionario-diplomático asistiendo a los dictadores africanos y caribeños víctimas de fatales enfermedades cobrándoles un ojo de la cara y el otro, como a Sadann Husein, por ejemplo, o Megistu, o el hijo de puta de Mozambique, dos más. Estos recibían una serie de prebendas prohibidas a los demás galenos de a pie, off course. Dos, en la primera lancha, avión o abuelo materno que nunca conoció, “brincaron el charco” y están luchando desde Australia hasta Escocia o Alaska; porque no hay un fucking lugar del mundo donde no haya un exiliado político o económico, para seguirle el juego a ustedes, que no conozca un cubano que “se le escapó al Diablo”_ así es como se les conoce_.
En el otro extremo están los que son profesionales pero sin talento ni vocación; médicos que cuando en una sala de sutura de un hospitalito de municipio ven a un tipo con la cabeza rota de un golpe, la enfermera tiene que ponerle un algodón con alcohol bajo las fosas nasales para que no se rompa la crisma contra el piso. Son los que en las reuniones atacan a los pacientes de que destrozan el lugar y se roban hasta las manijas de las puertas y las persianas de las ventanas y tratan de convertirse en un “hipercrítico” de las cosas malas para despuntar como “Dirigente” que es el escape para ocultar su ausencia de laboriosidad y frustración. Locos por colocarse trece bolígrafos en el bolsillo de la camisa, un habano en la boca y una agenda en la mano y caminando con el culo apretado como si tuviera hemorroides. No los han visto nunca?; son los profesionales dirigentes, una nueva clase social de incompetentes e incapaces profesionales que no tienen valor para reconocer que son perdedores. Son los que contestan cuando le pregunta un colega qué está haciendo en ese momento: “…ahí, mirando un hígado que tengo en la cuatro”…,”…estoy luchando con una próstata del tamaño de una naranja…”,” acabo de tratar con antibióticos una infección pélvica tenaz…”, como si los pacientes hubieran perdido sus nombres y apellidos…solamente demostrando con ese léxico que no está atendiendo personas sino sus vísceras y otros órganos. Son los que no responden a un interrogatorio de un paciente aquejado de alguna secreta dolencia personal escudándose en palabrejas terminadas en itis y recitando una vieja lección de ética médica aprendida por casualidad en uno de los días que prestó atención a la conferencia del profesor que apenas se le escuchaba porque no había desayunado aún y no paraba de hablar desde las 8.30 Am.
De los mediocres…para qué hablar de ellos, no lo necesitan porque son la mayoría. Son los que comprendieron a tiempo que no eran brillantes ni tan estúpidos como para ponerse en contra de las directrices oficialistas del ramo y se han contentado con salir a la calle con su bata blanca para que las muchachas o muchachos vean que es médico y tal vez “enganche”, o con su portafolios de abogado repleto de papeles que no tienen tanta importancia para él porque sabe que aún contra derecho el tribunal va a condenar al acusado de delitos contra la seguridad del estado que le ha tocado representar de oficio porque si los familiares hubieran ido a verlo no habría contratado el caso; o el ingeniero agrícola que sabe cómo combatir la salinización de los terrenos del municipio pero quién coño se lo dice al secretario del partido que es un comemierda y no entiende nada de nada y lo primero que me va a responder es que el país no cuenta con recursos y que los más altos líderes presionan para que se haga más con menos. El ingeniero comprende que no son otra cosas que guanajadas pero traga en seco y se dice:” a mí qué me importa, yo no compré esas tierras para mí”.
Los profesionales de esta incipiente apología me han venido a la mente al leer las letricas del tal Manuel, que por cierto no dice quién es ni por qué trata de ilustrarme sin pedírselo…
En qué grupo de los tres está usted considerado, Manuel?; me gustaría tener su respuesta…aunque presumo que va a responder las palabritas de los discursitos:
“Soy un profesional consagrado a la Revolución y a mi país luchando por dar más en estos tiempos de crisis provocada por el Imperialismo...” o no?
Gracias, los espero….
Jorge B. Arce

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