¿La táctica de
Robin Hood?
En medio de la campaña política
por las elecciones presidenciales, observo uno de los argumentos que usa el
Partido Demócrata para desacreditar los planes de su antagonista: Que Roomey
promete incentivar la creación de más puestos de trabajo mediante estímulos a
los más ricos, en lugar de ayudar a los pobres que más necesitan y que más
sufren la crisis económica general que enfrenta el planeta.
Quisiera transcribir uno de los
fragmentos de la memoria política del presidente Lincohn:
“No se puede ayudar al pobre destruyendo al rico.
No se puede fortalecer al débil debilitando al fuerte.
No se puede traer prosperidad desalentando el ahorro.
No se puede elevar al asalariado destruyendo al patrono.
No se puede avanzar la hermandad entre los hombres incitando el odio de
clases.
No se puede construir el carácter y la valentía quitándoles la
iniciativa e independencia a los hombres.
No se puede ayudar a los hombres permanentemente haciendo por ellos lo
que podrían y deberían hacer por sí mismos.”
No se requieren comentarios
al respecto.
Soy pobre de riquezas, de
bienes, de poder adquisitivo, pero no me considero un pobre de mente. Esto es
que antes de tomar partido por los pobres o por los ricos, pienso.
Este asunto es algo más que
una campaña electoral y hay que verlo así y enfrentarlo así, y no abstenerse a
colocarse en pro o en contra de tales afirmaciones democráticas de descredito.
Primero. Es cierto que en
tiempos de bonanza económica todos andamos risueños y gastando en bienes de
consumo. En tiempos de crisis nos apretamos el cinturón y observamos la
frugalidad como una virtud. Otros lo hacen también. Si me comparo con un rico
entonces, superficialmente diría que el tipo rico no siente en su lomo este
tiempo difícil porque veo que sigue manejando un carro de lujo, viviendo en una
mansión, comiendo en restaurantes caros, viviendo “bien”. Escuchamos en
cualquier parte que los ricos viven bien hasta en tiempos difíciles. Esa es una
afirmación de Perogrullo. Lo que ocurre es que solo observamos una parte de la
realidad, la otra, oculta a nuestros ojos demuestra que los ricos también sienten
en sus bolsillos esos tiempos difíciles porque aumentan los costos de producción,
insumos y disminuyen las ventas y por tanto disminuyen los ingresos netos y también
los intereses de los bancos de crédito se disparan. Si no fuera así no habría empresas
quebrando a diestra y siniestra.
Lo que digo es que esa es
una comparación banal, superflua. Tales datos son engañosos. Lo cierto es que
no conozco a ningún pobretón que genere riquezas porque simplemente no puede
invertir para reproducir. Carece de capital. Los capitalistas sí pueden generar
riquezas produciendo bienes de consumo y, de paso, contratan a sus empleados
para producirlos. Parece una paradoja pero no lo es, es un apotegma económico.
El pobre, el empleado alquila su propia y única riqueza: su fuerza de trabajo
que vende al capitalista que le paga un sueldo por ella y con éste consigue
sobrevivir y reproducirse. El rico posee un capital dividido en activos y
pasivos. Los primeros le brindan la oportunidad de invertirlos para incrementar
la inversión mediante su movimiento cíclico.
Si los demócratas aumentan
los gastos de los ricos para generar riquezas a los que actualmente existen, y
dirigir estas cifras a programas de ayuda a los pobres y necesitados, ocurrirá que
disminuye la ganancia del capitalista y evitará contratar mano de obra
aumentando el desempleo...
Ya lo argumentaba el
presidente A Lincohn: No se aumentan las riquezas distribuyendo las existentes
entre todos.
Jorge B. Arce
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