Mantener las apariencias:
Conveniente o no?
Una simple conversación hace
un par de días entre algunos compañeros de trabajo debatiendo el tema de la
apariencia personal, inhábilmente soslayado por alguna razón que no entendí totalmente
pero que insistí en replantear el tema bajo ese presupuesto hasta terminar
declarando enfáticamente que sí es preciso respetar la apariencia como
complemento de la tolerancia social, me ha hecho reflexionar sobre ello hasta
el punto de compartir con ustedes estos particulares.
¿A qué me refiero con
“apariencias”?. Comenzar por aclarar este apelativo que más que eso es un
concepto por el hecho de que la mayor parte de las personas con que he debatido
criterios, lo circunscriben al arte engañoso de aparentar lo que no se es en
realidad.
Al respecto convengo en una
sola cosa: Estoy de acuerdo en que es por conveniencia personal, en primer
orden, en que debemos ser cuidadosos con las apariencias y aquí señalo que no
solo cubrir el aspecto personal o
imagen, sino la proyección personal con el entorno. Es decir, mantener las
apariencias supone inequívocamente que es ventajosos seguir este concepto en el
orden personal y también agrego: Por respeto a los demás.
¿Qué ventajas se obtiene
“manteniendo las apariencias”?. Si usted no es una persona que se dedica a
proyectar una imagen simulada, es decir, si comprende claramente cómo debe
comportarse en cada momento, entonces esta conducta debe estar en
correspondencia con esos patrones lo que supone, a su vez, no “no marchar por
la vida representando lo que no se es”.
Estoy de acuerdo en que cada
cual goza de la libertad de emitir su imagen propia como mejor le guste, pero
ese derecho posee algunas limitaciones que impone la conveniencia personal,
porque nadie cree saludable emitir lo que le traerá malas consecuencias, y como
casi todos los derechos, y hablo de Derecho Natural, no jurídicamente
sostenidos, se apropian del beneficio personal para situar una pauta, imagino
que la conveniencia sea el mejor adecuador. Esto quiere decir, además, que “su
comportamiento debe considerar y respetar el comportamiento general o de grupo.
Este patrón es reconocido incluso, entre los animales.
Voy a limitar el marco de la
reflexión y pensemos que ha recibido usted una invitación para asistir a las 9
de la noche en un salón de un club a formar parte de la celebración del
aniversario tal de la empresa donde trabaja. Consideremos además que al no
señalarse “etiqueta”, usted ha comprendido que el vestuario entonces deberá ser
coherente con el motivo de la celebración, la importancia que el hecho reviste
para usted, el lugar y la hora. Habiendo pensado sobre estos extremos, estará
casi listo para decidir como deberá presentarse vestido.
Llegados aquí pregunto: Esta
valoración obtenida del contexto general y particular del evento_la
celebración_, no ha sido efectuada dentro del marco de valores de apariencias? Porque
si está de acuerdo conmigo llegados a este punto del examen del asunto, también
coincidiremos en que no podrás asistir sin detrimento de su sensatez y valoración del medio circundante si no
lo hace de traje oscuro y corbata y si
es mujer con un vestido largo de moda y con una estola.
Creo oportuno señalar que en
el supuesto de este ejemplo las apariencias no solo están referidas por la
elección del su vestuario. Es más que eso, las apariencias significan la
calificación que usted le eta concediendo en su propia escala de valores
sociales y de comportamiento. Que no quepan dudas que la calificación que usted
conceda y que muestra a tal evento se revierte en la propia evaluación que los
demás harán de usted y hasta su propio futuro en ese entorno. Comportarse
adecuadamente con el rigor de las apariencias permite valorar con efectividad
la respuesta que usted ofrecería a la problemática que enfrenta dia a dia.
Recuerdo que durante la
conversación de mis compañeros de trabajo se manejaban las opciones del
comportamiento-respuesta que uno de ellos ofreció a una situación social
inesperada que tuvo lugar en un night club. Había llegado al lugar acompañado
de su esposa para pasar un rato tomar unos tragos cuando descubrió a un persona
que conocía bien y que recién acababa de cambiar el color de su cabello en amarillo
para ocultar sus canas, cortándolo bastante y aplicando gel, una decisión que
había transformado su imagen tremendamente considerando que sobrepasaba los 50 años
de edad. Lo vio sentado a una mesa en compañía de otros tres hombres
manifiestamente gays y decidió darle el esquinazo porque evade la compañía de
homosexuales.
Indiscutiblemente que esa
decisión se baso en la autovaloración de las apariencias porque
precipitadamente y de acuerdo con la imagen que tuvo al llegar, juzgó como gay
a quien se hacía acompañar por otros gays en lugar de hacerlo por mujeres,
considerando que había varias sin compañía masculina.
Este juicio comporta una
apreciación de las apariencias del comportamiento social del individuo con el cabello
amarillo. Sin dudas, éste hay efectuado una modificación en su conducta que precipito la decisión de rechazo
tomada por el otro. Es simple y si se observan otras opciones, razonables sin
que pretenda argumentar la racionalidad como elemento a mi favor, o mejor, de tener
un debido respeto por las apariencias.
Veamos otros ejemplos.
Un joven que se comporta con
inescrupulosa vulgaridad en las clases delante de sus compañeros con
manifestaciones como las siguientes:
-Comúnmente lleva el cabello
y la ropa desordenada.
-En lugar de trasladar sus
cuadernos en una mochila, las dobla y coloca en los bolsillos traseros;
-Se ríe con crueldad de pequeños
accidentes de los demás;
-Jamás sostiene las puertas
para permitir el paso de los demás;
-Suele hablar gesticulando
exageradamente, en voz alta y con miradas insistentes a las personas objeto de
la conversación.
Ha puesto su atención en una
de las chicas del colegio y desea acercarse a ella pero titubea acerca de cómo
“acortar distancias” puesto que ella es muy seria y compuesta. La ha observado
y viste sencilla pero correctamente; siempre pulcra y limpia; refinada y
coqueta en sus modales. No ríe escandalosamente ni observa de soslayo a otras
personas mientras conversa. Jamás le ha oído pronunciar una mala respuesta y se
dirige a todos con respeto y en voz baja.
Comparativamente comprende
que ella es su propia antítesis. Una distancia grande los separa por la forma
de comportarse. Prefiere llamarle así aunque muy dentro reconoce que las diferencias
estriban en el comportamiento social de ambos. Está decidido a acercársele a
cualquier precio. Aprovecha la oportunidad de que un amigo común ofrece una
fiesta y son invitados.
Dos horas antes del inicio
de la fiesta, nuestro chico se debate internamente en cómo deberá vestir: a)
mantiene su postura de irreverencia e irrespeto a las normas generales de
conducta y convivencia social sosteniendo su papel de “hombre duro” o b) se
arropa adecuadamente con las circunstancias y el respeto a la familia de la
chica a la que quiere cortejar.
Ha comprendido al llegar a
este punto que para llegar a ella debe amoldarse a determinados patrones y se
decide a hacerlo. Sin darse cuenta ha pagado el precio de las apariencias.
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