Donald
Trump y lo políticamente incorrecto.
Desde
que iniciara su campaña como precandidato del Partido Republicano, Donald Trump
ha provocado un cuantitativo y cualitativo sinnúmero de reacciones. La mayor
parte lo descalifica y acusan de inconstitucional, de sembrar la separación del
país, de incentivar el odio, de anti-inmigrante, de anti-hispano, de usar
peluca, de decir barbaridades, de payasadas, de irrespeto por las mujeres y que
ni remotamente el pueblo americano lo eligiría como presidente para conducir la
nación. Desde los conocidos y famosos showman, pasando por analistas políticos
y de campañas presidenciales hasta sus propios compañeros de partido, lo tildan
de irracional y justifican su alto índice de aprobación ( 36 %para la fecha
actual, muy lejos de los más cercanos Clinton y Carson) es debido a sus
payasadas.
Cuando
el huracán Katrina amenazaba las costas de New Orleans y los expertos ponían en
duda la capacidad de los diques para soportar no un categoría 4, sino un
categoría 3, los portavoces de la Casablanca declaraban que los diques
soportarían y que el Cuerpo de Ingenieros se hallaban en el terreno evaluando
la situación. Sólo unas horas antes de la catástrofe conocida se extendió la
orden de evacuación total. Era tarde. No cabe dudas de que las declaraciones
del gobierno, entiéndase declaraciones políticas, estaban dirigidas a aliviar
la presión generada por la situación climatológica y evitar el caos que
produciría una estampida de más de tres millones de personas en autopistas y
carreteras. Era lo políticamente correcto.
Lo
políticamente correcto, a pesar de la guerra (yihad) terrorista declarada por
los grupos islámicos conocidos contra USA, es mantener una política coherente
con los principios nacidos de la Declaración de Independencia y la Constitución
de los Estados Unidos de América respecto a abrigar a los inmigrantes de todo
el mundo, lo que en otras palabras significa otorgar visas de entrada
autorizada al país de personas sin procesar por los canales diplomáticos,
consulares y de inteligencia considerando que una parte de los países emisores
de numerosos sujetos están sujetos a conflictos militares civiles lo que
dificulta enormemente obtener datos fidedignos de las fuentes confiables y de
que una parte de la estrategia de estos grupos yihaidistas es sembrar células
durmientes en territorios ahora para operar posteriormente. El ejemplo más
objetivo es el de San Bernardino.
Esto
objetivamente significa: Sacrificar la seguridad para mantener la imagen de lo
políticamente correcto.
Ante
semejante realidad objetiva, los políticos voltean el rostro, como se dice, y
adoptan la postura de “impecabilidad política” porque asumen que lo
políticamente correcto es lo que debe hacerse a pesar de los riesgos.
Donald
Trump no es un especialista, un experto en política internacional o un estudioso
de las instituciones constitucionales. Es un americano preocupado y dolido por
la pérdida de terreno de los Estados Unidos en la arena internacional y su
grandeza como líder mundial. Es capaz de distinguir los errores de los
políticos de conveniencia política y la corrección porque carece de argumentos
políticos para justificarlos. Por eso los señala sin ambages, sin medias
tintas, ajeno en reparar si ha elegido para hacerlo los caminos trillados
políticamente.
Luego
no debe sorprenderle a nadie que ostenta el más alto índice de aprobación. Dice
lo que siente no lo políticamente correcto.
Jorge
B. Arce
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