Planes de Secuestro Político.
Ante la casi mágica subida en la intención
de voto del candidato opositor H. Capriles, el sub gobierno de Maduro, alentado
por una mano de ultramar, elaboró,_porque a él por sí sólo no se le ocurriría_,
un gran plan para robarle el triunfo a la oposición, de modo de sortear
habilidosamente el peligro que se cernía sobre el proyecto Venecuba y que
crecía exponencialmente.
Plan A: El CNE, manipulado por el
falso gobierno, declararía ganador a Maduro con cifras de poca ventaja para no
despertar suspicacias de los más avispados. Al final el candidato oficialista,
devenido presidente complotado por obra y gracia del congreso ( asamblea), el
tribunal supremo y el gobierno castrense de La Habana, se sentaría en el altar espurio
chavista, nacido de la violencia del golpe de estado.
Plan B: Si las cifras favorecen a
Capriles inequívocamente, declararían lo contrario. La oposición protestaría y
reclamaría un conteo de votos por boletas, lo cual lo impediría el “accidente”
producido por la inexperiencia de los funcionarios a cargo de las urnas que las
trasladaron e incineraron sin “premeditación” en un infantil error excusable
que borró las evidencias del objeto de la protesta. Estos funcionarios serían
convenientemente sancionados y exonerados poco después de que bajara la
tensión.
Plan C: A pesar de las explicaciones
del CNE de no ser posible el conteo de las boletas por el motivo del Plan B, la
oposición, respaldada por una gran mayoría de los votantes por Capriles se
lanza a las calles en furibunda protesta por el “secuestro”. Estas
manifestaciones son aplastadas por efectivos de la policía y la guardia
nacional que acuden al llamado del presidente para poner fin a las muertes que
se producen entre los manifestantes a manos de tiradores aislados colocados
exprofeso en sitios elegidos de antemano. Se decreta el toque de queda por unos
días con otras medidas de retén. Las pasiones se apaciguan. No cesan las
persecuciones a principales figuras de la oposición por cualquier motivo, su
encierro y pesquisas de procesamiento penal. El miedo comienza a florecer entre
los venezolanos ante la impunidad del omnipotente estado sin herramientas de
protección legal.
Pero este Plan C, trágico, drástico,
desesperado, no ha hecho falta aplicar por ahora porque las protestas programadas
para hoy han sido suspendidas por el líder opositor ante el temor de muertes
entre la población por la acción agresiva del gobierno, dejando así escapar una
oportunidad de efervescencia política que no volverá a producirse en largo
tiempo. Comienza a morir el enardecimiento que ha producido el escarnio
político elaborado desde La Plaza de la Revolución en La Habana. Continuará el
desmantelamiento de lo poco que queda de la institucionalización democrática
venezolana. Se percibe la “reproducción” de todos los episodios de la otrora
Revolución Cubana.
Jorge B. Arce
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