Comentando en el blog el Caracol de Agua.
Algunos de los
comentaristas han vertido sus opiniones sobre el carácter y conciencia del
"cubano", acreditando como valores o virtudes los defectos más
tangibles que presentan un determinado grupo de cubanos que no se ha educado
adecuadamente. Esos, tildan de "cubanía" sus propios defectos o malas
costumbres, como la mencionada de creer que lo conocen todo, o la de discutir
sobre detalles de lugares donde no han estado pero que conocen por haber leído
en alguna parte. Son perogrulladas, por cierto. Lo primero es lo primero; y
nadie puede opinar sobre las bondades de un clima local si solo se guía por una
guía turística. Si participa en la conversación no sería para mantener una
postura intransigente ni cuestionante, sino pasiva, aprendiendo, valorando las
posiciones de los demás dado que no ha estado en el sitio.
Concluyendo. No creo que
estas "virtudes" de un sector de cubanos, sea una virtud, ni de
lejos, y mucho menos tratar de hacer reír para "caer bien" al grupo
inventando un chiste de una vida triste y miserable. Los famosos chistes
criollos para hacer reír donde aparecen el gallego, el chino o el ruso y el
cubano en medio de una competencia X y donde al final el cubano superan con
creces a los demás por ser cubano. No deja de ser un chiste pero es desprestigiante.
Esa es una característica de la idiosincrasia cubana: Chovinismo.
Entiéndase que no trato
de devaluar lo alcanzado por el cubano "en general", pero no nos
acostumbremos a resaltar nosotros mismos nuestras victorias sin mencionar los
defectos porque esa altanería nos cosecha enemigos agazapados que nos sonríen
delante y nos acuchillan la espalda. La modestia no es, ni de lejos, una virtud
que adorna el alma del cubano promedio, si lo fuera, no hablara tan alto en
público, no hiciera movimientos exagerados con las manos u otras posturas de
jactancia. Obsérvelo donde lo observe, en Prado en La Habana o en Versalles de
Miami, es el mismo retrato.
Lo que ciertamente no
cuestiono es que Cuba está como está no por culpa de ningún bloqueo externo,
sino interno. Los cubanos pueden desarrollar el país y hacer la vida mejor en general
si pudieran desarrollar todo su potencial productivo, de iniciativa
empresarial, sin desgastes infringidos desde un gobierno corrupto e inepto, con
facilidades financieras para el desarrollo de los pequeños negocios sin altos
aranceles apropiados para preservar los insaciables gastos de una inmensa
burocracia que solo sirve para limitar esas potencialidades que se convertirían
en la guillotina del régimen. El desastre económico cubano no es por el embargo
impuesto desde 1960 por Estados Unidos; ni siquiera por las restricciones del
gobierno cubano. El desastre económico cubano es porque los cubanos no
trabajan, no producen y viven de lo que sustraen y revenden en cualquier
mercado. Cuál oficio produce bienes de consumo en Cuba que no sea el de servicios?;
cuál? Los más productivos son con participación extranjera que se pliegan a las
exigencias del gobierno para no perder la participación y se convierten en
cómplices de una esclavitud moderna asalariada.
El bloqueo es una
"tapadera" que los propios cubanos no quieren ver porque han perdido
el interés por arriesgarse y convertirse en emprendedores. Qué bloqueo? a
sembrar boniatos para comer? Bloqueo a que nazca la yerba que comen las vacas
?; bloqueo...Bloqueo es el Marabú que se roba miles y miles de hectáreas de
tierras cultivables y se ha convertido en una verdadera "selva tropical
impenetrable"; solo tome, de pasada, el tren de Nuevitas a Camagüey y se
dormirá esperando ver un claro entre tanto marabú y las tierras
desperdiciadas..Cuba, en 1956 ocupaba el cuarto lugar mundial en perca pita de
cabeza de ganado por persona...dónde se metieron esas reses que no se reprodujeron?,
se las llevaron los americanos? o éstos bloqueaban la yerba desde la Luna para
que no pudieran pastar ? Por favor, los que achacan al embargo económico USA
ese desastre económico lo único que hacen es repetir la propaganda de la
nomencklatura que sí es la que se comió aquellas reses.
Jorge B. Arce
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